La presidencia de la COP estará en manos de Chile en el 2019, un momento crítico para aumentar la ambición climática. Pero en el clima geopolítico actual, Chile deberá pensar por fuera de la caja para que otros países también aumenten su ambición. La designación de un campeón climático de alto nivel podría ser parte de una estrategia audaz.
El mes pasado, durante la COP24 en Polonia, los países reafirmaron su compromiso del 2015 de considerar nuevas Contribuciones Nacionalmente Determinadas (NDC por sus siglas en inglés) y de presentar, en el 2020, sus estrategias a largo plazo.
Como dejó claro el informe especial del IPCC sobre Calentamiento Global de 1.5°C, ésta nueva ronda de compromisos deben apuntar y asegurar la neutralidad climática para mediados de este siglo y deben incluir pasos concretos a corto plazo para disminuir las emisiones inmediatamente.
En otras palabras, Chile ha asumido un gran rol. Aporta algunas credenciales impresionantes al trabajo como una de las una de las historias de éxito más importantes del mundo en materia de energía renovable, incluso en el desafiante sector de la minería. Esta revolución renovable debería darle al Gobierno un amplio espacio para aumentar, en el 2020, la ambición de su propia NDC (calificada como “altamente insuficiente” por Climate Action Tracker). De hecho, la administración del presidente Sebastián Piñera ya está en proceso de formular una nueva ley sobre el cambio climático bajo la dirección de la dinámica ministra de ambiente, Carolina Schmidt.
Pero lograr que otros países sigan ejemplo es un desafío incluso para un superpoder diplomático. Chile va a necesitar ser ambicioso, organizado y creativo. Si bien gran parte del peso diplomático en torno a la “ambición mejorada” provendrá de la cumbre climática del secretario general de la ONU en septiembre de 2019, la COP25 será un momento crítico para impulsar nuevos compromisos.
Una herramienta subutilizada que Chile podría desplegar es la de Campeón Climático de Alto Nivel. El 2015 en París los países acordaron que cada anfitrión de la COP nombraría un Campeón para movilizar la acción climática por parte de los “Actores No Parte” (o lo que la mayor parte de nosotros llamamos, ciudades, estados, regiones, empresas, inversores y sociedad civil) y ayudar a los países a pasar esta “oleada” de acciones a la implementación e incremento de los compromisos nacionales.
Si bien los Campeones son un elemento importante de la creciente aceptación de los actores subnacionales y no estatales por parte de la CMNUCC, este rol posiblemente no ha cumplido con todo su potencial. Los Campeones deberían ser dinámicos, lideres climáticos reconocidos a nivel mundial que puedan impulsar más acción climática por parte de, entre otros, las ciudades, los estados y las regiones, las empresas y los inversores y mostrar a los gobiernos nacionales como esta movilización puede ayudar a los países a avanzar y comprometerse más y más rápido.
Esa era la teoría. En la práctica, las Presidencias han tendido a seleccionar ministros u oficiales de menor rango que habitualmente han carecido de la estatura necesaria, los recursos y el apoyo político doméstico para ser efectivos Campeones (aunque algunos Campeones han realizado contribuciones significativas a pesar de estas limitaciones).
Chile tiene una oportunidad de hacerlo mucho mejor. El mandato de la COP21 permite que la presidencia haga que el rol de Campeón sea tan prominente como su ambición puede alcanzarlo. No hay regla que indique que el campeón deba provenir del gobierno, o que él o ella deba ser del país anfitrión. Las expectativas para la COP25 son altas y nombrar un campeón revolucionario sería una manera fácil para que Chile refuerce su capacidad de cumplir con las expectativas.
Entonces, ¿quién podría ser el siguiente campeón climático? Durante la COP24 algunos expertos climáticos ya empezaron a especular con algunos nombres.
Quizas la chilena mejor conocida sea la ex presidenta, Michelle Bachelet. Sí, ella fue la oponente política del actual presidente y, sí, ella tiene un importante trabajo a tiempo completo en el alto comisionado de la ONU para los derechos humanos. Pero, precisamente por esas razones, nombrarla como campeona sería una señal de un compromiso nacional unificado con la acción climático y enfatizaría la importancia de luchar contra el cambio climático para proteger la dignidad humana.
Otro ex presidente con prestigio internacional es Ricardo Lagos, quien también se ha desempeñado como enviado especial, del Secretario General, Ban Ki- moon, en cambio climático y como miembro del grupo de los “Elders”. Aunque el año pasado, con 80 años, anunció su retiro, esto le podría dar el tiempo necesario para dedicarse al rol de Campeón Climático.
También puede ser valioso seleccionar a alguien con una gran credibilidad económica que pueda hablarle a inversionistas serios y ministros de finanza más allá de sus “sospechas habituales”. Un nombre que se alinea con esto podría ser el de Andres Velasco, quien se desempeñó como ministro de finanzas de Bachelet y quien ahora se encuentra como decano de la London School of Economics School of Public Policy.
Un paso aún más audaz, sería designar a alguien fuera del país. Por ejemplo, Chile podría aprovechar su asociación con Costa Rica, quien será anfitrión de la Pre – COP en 2019 y elegir a alguien como Mónica Araya, una destacada defensora de la sociedad civil a nivel mundial y la fuerza impulsora detrás de la extraordinaria ambición climática de Costa Rica. Otra prominente figura costarricense, la ex secretaría ejecutiva de la CMNUCC, Christiana Figueres, probablemente rechazaría el rol (ella ha mencionado publiamente que quiere dejarle espacio suficiente a su sucesora, Patricia Espinosa) pero podría ser considerada para apoyar la estrategia chilena de considerar a alguien del extranjero.
Considerando otros países de la región, Chile podría considerar al líder climático de WWF, Manuel Pulgar- Vidal, quien, como presidente de la COP20 en el 2014, impulsó la Agenda de Acción Lima – París y quien es un precursor crítico de los Campeones Climáticos.
Yendo aún más lejos, Chile podría considerar a alguien como Paul Polman quien, como CEO de Unilever, se convirtió en un prominente defensor del clima. Al haber acabado de dirigir la empresa, Polman podría dedicar su formidable energía y redes al rol.
Cada uno de estos individuos, y otros como ellos, podrían hacer una enorme contribución como campeones. El punto importante para Chile es seleccionar a alguien dinámico, hacerlo rápidamente y darle el mandato y los recursos para tener éxito. Si nuestra acción climática va a ir más allá de lo habitual, nuestro campeón climático también debe haberlo.
Thomas Hale es profesor asociado de política pública global en la Escuela de Gobierno Blavanik de la Universidad de Oxford y autor de Beyond Gridlock.
Paz González es Argentina, licenciada en Ciencias Ambientales, se especializa en cambio climático y trabaja junto a ONGs como Fundación Vida Silvestre y Fundación Avina y es docente en la Universidad Nacional de Tres de Febrero.